Compartimos aquí el invaluable testimonio del arquitecto Mario Corea (recientemente declarado Doctor Honoris Causa de la UNR), protagonista junto a su familia de una parte importantísima de la historia social, institucional y deportiva de Newell’s Old Boys.
Don Alberto Demiddi.
Chichita Corea |
Don Alberto me enseñó a nadar. Él era el entrenador del equipo de natación cuando nadaba mi hermana Ángela “Chichita” Corea, seis años mayor que yo. Ella fue -bajo la dirección de Don Alberto- campeona provincial y campeona nacional. Fue de ella de quien yo adquirí mi pasión por la natación.
Don Alberto era como un padre para todos nosotros, una persona de una gran integridad en lo deportivo y como persona. Me enseñó a saber ganar y a saber perder, siempre que lo hubiese dado todo, tanto en el entrenamiento como en las carreras.
También me inculcó que siempre el equipo está por encima de lo personal, incluso en un deporte que es principalmente individual. Lo recuerdo haciéndome correr carreras en las que sólo podría salir segundo o tercero, pero que le darían puntos al equipo.
Con él tuve la satisfacción de ser campeón Rosarino, Santafesino y Argentino, principalmente en estilo espalda. Demiddi también me hizo establecer el récord de los 400 mts estilo espalda a nivel provincial.
Recuerdo dos formaciones de postas 4 estilos con las que ganamos y batimos récords. La primera fue conmigo en espalda, Juan Carlos Capriles en pecho, Francisco Colombo en mariposa y Rubén Torrente en libre. La segunda, quien escribe en espalda, Alberto Reviglio en pecho, Enrique Aused en mariposa y Mario Guerci en libre (con ésta ganamos en Bs. As. los nacionales).
Siempre recordaré a Don Alberto caminando por el borde de la pileta del Parque, cronómetro en mano, dándonos indicaciones sobre nuestro estilo y alentando nuestro esfuerzo.
Mis años de nadador fueron de los más felices de mi adolescencia, me hicieron sentir importante, me enseñaron a confiar en el esfuerzo. Aprendí a escuchar y a disfrutar del éxito con humildad, sabiendo que el triunfo no es permanente, que se gana y se pierde, pero sobre todo se compite.
Don Alberto me hizo crecer como deportista y más aún como persona. Es para mi como una segunda figura paternal, en esa etapa tan difícil del paso de la infancia a la adolescencia.
En 1957, con 17 años, ingresé a la Facultad y comencé a jugar al Rugby en Tacuara. Descubrí el cigarrillo, la noche, la primera novia y dejé la natación, con gran disgusto para Don Alberto, que no me quería perder como nadador. Pero yo empezaba otra etapa en mi vida, en la que descubrí mi gran pasión, la arquitectura, que sigue vigente después de casi 60 años.
Demiddi y Guerci |
Demiddi |
Newell's, es el recuerdo más intenso de mi infancia y adolescencia. Yo tengo una vivencia indeleble de mi madre, a mis tres o cuatro años, en la platea señalándome a un jugador: “ese rubio, nene, ese es René Pontoni”.
Todavía puedo decir de memoria aquel fabuloso equipo de Newell's: Honores, Gilli y Sobrero, Carlucci, Perucca y Reynoso, Gayol, Canteli, Pontoni, Morosano y Ferreyra. Mi padre era por ese entonces miembro de la Comisión Directiva y responsable de fútbol profesional. Pero ya hablaré más detenidamente de Vicente Corea...
Otro equipo que siempre recordaré era el de: Musimessi, Colmán y Miotti, Lombardo, Faina y Puisegur, Contini, Mardizza, Benavídez, Montaño y Ortigüela.
Fuí todos los domingos a la cancha hasta el año 1962, cuando luego de recibirme de arquitecto emigré a Estados Unidos para continuar mis estudios, quedándome allí hasta 1968. En 1974 tuve la gran alegría de ver campeón a Newell’s en cancha de Central, de la mano de Juan Carlos Montes. Pero luego, debido al golpe militar tuve que exiliarme a España (Barcelona), donde resido desde entonces. Aun así, nunca dejé de seguir con pasión las campañas de mi querido Newell’s: los éxitos de la temporada 87/88 con la dirección técnica del “Piojo” Yudica y las épicas consagraciones de la mano del “Loco” Bielsa, para luego disfrutar con el campeonato dirigido por el “Tolo” Gallego y la última gran alegría de la mano del “Tata” Martino.
Debido a la llegada del “Tata” a Barcelona y a la consagración definitiva de Leo Messi, decidí abrazar los colores del Barcelona después de casi 25 años de barcelonés. Pudo más mi sangre leprosa, ya que fue mi pasión rojinegra la que me llevó a simpatizar con el Barcelona. Mi sentimiento principal son la camiseta roja y negra y el fútbol, además de mi etapa de nadador. Mientras residí en Rosario el club fue mi segunda casa, pero también la de mis padres...
Don Vicente Corea.
Mi padre comenzó su relación con Newell’s como jugador. Al club lo llevó su hermano Domingo, dos años mayor que él. Ambos llegaron a jugar en Primera, en la época amateur. Sobre esto puedo contar una anécdota algo triste, pero que muestra el amor por los colores.
Mi abuelo se oponía a que sus hijos jugaran a fútbol y tanto Domingo como mi padre lo hacían sin decírselo. Fue por esto que cuando mi tío Domingo tuvo una lesión (una costilla que lastimó su pulmón), no quiso contárselo a nadie, especialmente a mi abuelo. Esta lesión se convirtió en un edema pulmonar, del cual falleció.
Todo esto me lo contó mi padre, que nunca entendió la postura de mi abuelo, ni el ocultamiento de la lesión por parte de mi tío Domingo, que lo llevó a la muerte y que fue la causa de que mi padre dejara el fútbol activo. Eran tiempos en los que no había equipo médico para el primer equipo y la falta de atención inmediata llevó mi tío a la muerte.
Mi padre, luego de ser jugador, fue parte de las Comisiones Directivas, encargado primeramente de las Divisiones Inferiores. Yo recuerdo ir a ver la sexta división por la mañana al Parque con él, y muchas veces me dejaba entrar al vestuario a ver a los jugadores. Luego llegó a ser el encargado del Fútbol Profesional de Primera División, con el que viajó a una gira por Centroamérica, luego de la famosa gira por Europa, muy exitosas ambas, con elogios de la prensa europea y latinoamericana. Recuerdo también su candidatura a presidente del club en 1952 y la frustración por perder las elecciones, fue muy triste para él y también para mí.
Entre tantos recuerdos inolvidables, me quedo con uno: el clásico que le ganamos en 1956 a Central 2 a 0, con el “Chino” Miralles y el “Piojo” Yudica haciendo jueguitos de cabeza y de taquito frente a la tribuna de la Visera, para locura de la hinchada (1) ...
Una jugada del clásico de 1956 |
(1) En la reseña de la revista El Gráfico (27.08.1956), el corresponsal Juan Pascual no puede ocultar su simpatía por el cuadro de Arroyito: “[Newell’s] terminó la lucha haciendo un alarde de combinaciones que deportivamente no aprobamos...”.